El cine de Zaragoza que tuvo refugio antiaéreo y hoy es una sala de bingo

| 7 de noviembre de 2024

Zaragoza es una ciudad estrechamente ligada al cine. Y no solo porque aquí se rodara la primera película española, ‘Salida de misa de 12 del Pilar de Zaragoza» de la mano de Eduardo Jimeno Correas, o porque la capital aragonesa haya dado nombres de la talla de José Luis Borau, José Maria Forque o José Luis Pomarón…

Sin olvidarnos de nombres del momento como Pilar Palomero, Paula Ortiz, Nacho G. Velilla o Miguel Ángel Lamata. Pero además, esa estrecha relación con el séptimo arte no sería posible sin las decenas de salas que salpicaron la ciudad para alegría y disfrute de sus ciudadanos. Aunque hoy en el centro solo queden los Palafox y el Cervantes, lo cierto es que décadas atrás había cines ya desaparecidos de todos los tamaños y para todos los gustos.

En el centro, y también en los barrios. Los había que eran puro diseño, como el Coliseo con su cubierta de madera, elegantes y de aires franceses, como el Elíseos, o con aspecto de palacio islámico, como el cine Alhambra.

También hubo un cine que llegó a contar con un refugio antiaéreo, según Amparo Martínez Herranz, profesora de la Universidad de Zaragoza y experta en la materia. La sala en cuestión era el Cine Victoria, y estaba situada en el número 7 de la avenida General Franco, actual Conde Aranda. Tenía refugio porque se construyó nada más acabar la Guerra Civil Española.

El «Victoria» se levantó en el solar que ocupaba la posada de Santo Domingo, siguiendo el proyecto de los arquitectos Alejandro Allaneguí y José de Yarza García.

Estaba considerado heredero del cine Ena Victoria, un hermoso cine de estilo modernista que había en el Coso nº 50, obra del arquitecto Miguel Ángel Navarro.

Fue inaugurado en plenas fiestas del Pilar el 13 de octubre de 1943, con la proyección de la película española «La boda de Quinita Flores», del director Gonzalo Delgrás.

La sala contaba con más de 800 localidades y tenía distintos precios dependiendo de la ubicación y visibilidad. Desde la reforma de 1959, todas las butacas pasaron a costar lo mismo con un precio único.

El cine estuvo en activo hasta que fue cerrado en 1985, ya con la avenida denominada nuevamente como Conde de Aranda. Y su destino, al igual que otros grandes cines, como el Gran Vía (que además, fue inaugurado casi al mismo tiempo), fue convertirse en una sala de bingo. hoyaragon

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